En el 2004 Ramón Irineo Rojas, entró a matar a mi papá, pero finalmente su cómplice, Alejandro Cesar Etchechury mató a mi hermano Nahuel.
Sin embargo, debería creer que así es la vida, a poco menos de un mes de que  el juez Bellucci del Tribunal Oral Nro 9, firme el arresto domiciliario de Rojas (aún sin que éste haya cumplido las 2/3 partes de su condena), el juez (en principio) camina por el mismo camino que yo, a la misma hora que yo, pero tenemos destinos diferentes.
La casualidad o la desgracia hicieron que el juez Bellucci y yo coincidiéramos el lunes 2 de julio en el Boulevard Shopping de Adrogué.
Tratando de controlar mis movimientos, mis pensamientos y los recuerdos que me marcaron hasta el día que me muera decidí escribir esto sólo para descargar la bronca, la impotencia, el dolor y la indignación que me abordaron. A pesar de lo cual me contuve, para no arruinar el momento de quienes probablemente serían su esposa e hija.
Subí, me senté en un bar y me puse a escribir.
Hoy, quizá arrepentida, de no haberle dicho todo esto en la cara y delante de su familia, lo escribo aquí. Para que quien quiera leer que lea y por si alguien le quiere contar que lo haga.
Esto fue lo que escribí en ese momento…
Yo sola. Usted con su familia.
¿Acaso usted tiene a su familia completa, verdad? Sabe que hubo un tiempo en el que mi padre también caminaba como usted  por este mismo lugar, por el que usted y yo casi nos cruzamos ahora.
¿Y sabe qué agradezco, en este mismo momento? Que de alguna manera vaya detrás de mí. Anhelo que siga mis pasos. Y que no sea yo, la que tenga que caminar detrás suyo.
¿Qué hubiese pasado si hace minutos hubiéramos estado los tres en el mismo pasillo? Usted, Rojas y yo?
Sabe lo que ruego que el día en que mi padre y yo volvamos a caminar por aquí, no sea con Rojas con quien debamos cruzarnos.
Pero mire cómo son las cosas: Mientras yo estoy acá, temblando, esperando el café que me pedí, llorando, con una angustia inexplicable y un dolor que no se puede comparar. Usted salió del Shopping abrigando a su familia, porque claro, hace mucho frio.
Qué podría decirle, si no hay más palabras para esto.
¿Qué hubiese hecho Nahuel, en mi lugar, si era con él con quien se cruzaba?
Amancay Iraizoz
2/7/2012
 Hoy creo en la fuerza de las palabras.