Esta mañana volvió a salir el sol, como aquel 14 de agosto de 2004.
Si pareciera estar oyendo las sirenas de aquella mañana... si me invade la misma desesperación, el mismo frio, la misma incertidumbre, pero más bronca y más dolor, porque sé cómo se desenlazan las cosas, sé que finalmente el final no fue felíz y que a pesar de las esperanzas que todos teníamos nada hemos podido hacer.
Recuerdo cada uno de los rostros, las miradas, los colores, es como si vinieran a mi memoria cada diálogo, cada caricia, cada abrazo y las palabras de aliento que aún hoy nos siguen sosteniendo.
Muchas veces sumida en el profundo sueño y el cansancio que compartimos en esa clínica mi cabeza parecía recorrer otras dimensiones, el agotamiento era tal que sólo me mantenía la esperanza de seguir compartiendo mi vida junto a Nahuel y que él lo haga junto a nosotros. Y a veces sigo preguntándome... ¿de qué sirvió?
Pareciera que caprichosamente todos lo años a partir de allí salió el sol el 14 de agosto, pero nuestras miradas se siguen encontrando desconcertadas, nuestras bocas ya no saben qué decir, no tienen palabras. Y nuestros cuerpos cada vez menos parecidos a los de antes van perdiendo sus fuerzas como lo fue haciendo él.
Y aún nos sigue quedando... esperar. Digo yo... ¿no es mucho ya?
¿Qué más podemos hacer para no dejarnos vencer por lo que sentimos y vivimos cada uno de los otros 364 días del año?
AÚN SEGUIMOS ESPERANDO RESPUESTA:
JUSTICIA POR NAHUEL Y SEGURIDAD PARA TODOS, LOS QUE SEGUIMOS ESPERANDO